miércoles, junio 28, 2006

La Odisea (montaje del director)

De entre todos los caudillos aqueos, pocos tenían el donaire saleroso de Ulises. Hábil conversador, rápido en el retruécano, él era uno de los pocos que realmente podían considerarse de centro reformista. Pero Ay!, pobre Ulises. Embriagado por la victoria eliminó de los estatutos de su partido todas las referencias a Poseidón, sellando así su aciago destino. Pocos dioses tienen el talante de nuestro amado Doraemon y desde luego Poseidón no era uno de ellos. Ese Dios miserable y mezquino maldijo a Ulises y lanzó contra él innumerables desdichas.

Primero fue una anomalía magnética en las Azores que hizo polvo la brújula y le hizo perder el rumbo. Así que ulises y sus cayuconautas pararon en la isla de Polifemo a preguntar el camino y el malvado cíclope, a instancia de quien todos vdes. saben, apresó a Ulises en su búnker. Rápido de reflejos era Ulises y mientras hablaba de fútbol llenaba una y otra vez la copa de Polifemo. Gracias a la fortuna, que no a los dioses, Nuestro héroe pudo zarpar esa mañana mientras el malvado gigante apuraba sus reservas de anís "El Mono" y gritaba ¡Santapoleroooos!.

Pero quién desafía a los Dioses merece ser castigado y el destino habría de volver a cebarse con paciente y divino Ulises y su ya castigada tripulación. Cansado de oír los cuarenta principales, el primer oficial Acebes, el de las muchas hipótesis, giró el dial de la radio y sintonizó la emisora de Circe, una oscura hechicera al servicio secreto de Poseidón. Hirientes e insidiosas eran las palabras de Circe y vertían veneno sobre los oídos de los tripulantes. Tanto viraron a estribor atendiendo a las consignas circenses que pasaron más de dos años navegando en círculos.

Ulises, fecundo en recursos, logró domeñar a sus levantiscos marineros e imponer al fin un rumbo sensato.Y en llegando a los arrecifes de las sirenas reunió a su tripulación encubierta: "Sabed, mis valientes, que aquí habitan criaturas cuyo canto atrae a los marinos a su propia perdición. Cubrid vuestros oídos con cera o sucumbiréis ante el sonido de sus voces. Mas yo quiero escuchar a esas prodigiosas criaturas. Atadme pues al mástil y no cedais a mis súplicas de liberación por más que os lo pida". Y eso hicieron y salvaron la vida. Ulises desesperó ante el canto de las sirenas y pasó delirando dos noches con sus días antes de recuperar la cordura. Felicitó entonces a su tripulación por el éxito y dijo con satisfacción: "Lo logramos, desatadme y poner rumbo a Ítaca" pero los tripulantres seguían teniendo los oídos tapados y no le desataron. Se dice que los marineros llegaron a Barbados y rematricularon el barco, que navegan desde entonces bajo bandera de conveniencia buscando el rumbo al centro perdido.

Invita a cualquier marinero a una copa de oporto y te contará que una vez vio un barco lleno de aqueos malhumorados que llevaba a su capitán atado a un poste. Yo creo que estas historias podrían ser ciertas, pero no descarto ninguna posibilidad.

Demóstoles

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