jueves, noviembre 12, 2009

I+D+I Canarias

Según los datos del ISTAC el 3,6 % de los canarios no sabían leer ni escribir en el año 2001, cifra que se ha reducido al 2,7 % en el año 2007 (suponiendo un ceso de 2.075.968 habitantes). Los que trabajamos diariamente en áreas rurales estamos acostumbrado a manejar cifras que rondan el 10-15 % en islas "mayores" y al 20-30 % en islas como La Gomera. Hay que señalar que se trata de población rural, de una media de edad superior a 50 años.

Lo que me hace sospechar que los datos del ISTAC están infravalorando el porcentaje es el siguiente párrafo sobre la metodología para detectar analfabetismo:

En términos porcentuales, en Tenerife un 4 por ciento de las personas encuestadas (748.110 personas) admitieron que no sabían ni leer ni escribir.(...)

Normalmente las personas analfabetas se avergüenzan de serlo y tienden a ocultarlo.Además hay personas que afirman saber leer y escribir pero no son capaces de interpretar un texto sencillo (de no más de 2 líneas).

Los casos más curioso con los que me he topado fueron el de un grupo de unos 40 funcionarios (peones) en el que había 5 que no sabían leer ni escribir y el de un conductor de ambulancias de unos 45 años.

Vespinoza rascando en el barniz de modernidad tecnológica y tricontinental de las Islas Canarias

NOTA: no tiene que nada ver con el resto del post pero ¿Alguién me puede explicar porque todos los títulos de Formación Profesional empiezan con Jefe de, encargado de, técnico superior de, Experto en.... sin especificar si es FP I, II, III o el grado?

4 comentarios:

Ricardo dijo...

Lo curioso es que se le da el carnet de manipulador de productos fitosanitarios (venenos) a gente que no sabe leer la etiqueta.

Flame dijo...

Sólo hay dos grados en FP el I y el II.

La normativa que regula los títulos, dice que un grado I es un técnico y un grado II es un técnico superior.

vespinoza dijo...

Y yo pensaba que había III....

Gracias por su aclaración

Javier dijo...

Eso me recuerda al ejemplo(inventado) que me pusieron hace tiempo sobre la inutilidad de hacer una encuesta sobre la frecuencia del cepillado dental mediante bellas y jóvenes señoritas sonrientes (evidentemente saldrá una media de diez cepillados al día, como poco).

Me imagino que los entrevistadores en esta caso serían sesudos profesores, acompañados por catedráticos eméritos con toga... y la hicieron dentro de una biblioteca.