Ni amigo Jacek tiene un zoo. No es un zoo con animales. Los bichos son asquerosos, huelen mal y lo ponen todo perdido. El zoo de Jacek es de virus informáticos y cabe en un CD. En él atesora archivos deformes cuyo tamaño ha sido alterado por la contaminación con código malicioso. Hay bibliotecas bichadas, troyanos y documentos con macros malintencionados. ¿Que dirán esos documentos?
"Querida Tía Alicia:
Espero que no tengas nada importante en el disco duro porque este simpático documento de word te lo está formateanddo mientras lees..."
Al grano. El zoo de virus es un riesgo y no entiendo que interés puede tener para una persona amable y respetuosa como el bueno de Jacek. Pero él se entretiene y enseña su CD con una sonrisa malévola cada vez que detectas un virus en tu ordenador y el se ofrece a limpiartelo... si le das un archivo.
Todo esto me ha hecho sentir curiosidad por experimentar los goces morbosos del coleccionismo. Habiendo tantas cosas que coleccionar, tantas cosas por enjaular en un expositor, me he decidido a hacer un zoo de falacias. No es que las vaya a utilizar. Me limitaré a atesorarlas y, si algún día aprendo a manejar el blogger, las tendré expuestas en esta página. Cuando un amigo encuentre una falacia en el periódico, podrá llamarme para que se la quite como si fuera un virus ... Si me da un recorte.
Y ya tengo mi primera falacia. Me la han regalado Locke y Oni. Dicen que se llama
reductio ad Hitlerum y que es una subclase de la falacia
ad hominem. Yo sospecho que está emparentada con la del hombre de paja, pero aún no he tenido tiempo para la taxonomía. La falacia en sí es enorme y contundente. No tiene la sutileza de una mariposa monarca sino la eficiente fuerza bruta del ferrocarril soviético. Consiste en buscar algo que tu contrincante tenga en común con los nazis (prohibir el tabaco, respirar oxígeno...) y gritar "Claro, tú también lo haces porque eres un puto fascista". Tan directa y elemental que es casi burda, pero tremendamente eficiente en estos tiempos que corren. Seguro que se dá mucho la primavera que viene. Gracias Locke, Gracias Oni, Gracias Espantapájaros...