Ayer estuve viendo Supermodelo 2007 un programa de canal 4 que paso a resumirles. Un grupo de niñas "pavas" son encerradas en una casa donde una especie de Dominatrix y varios homosexuales las someten a toda clase de torturas y vejaciones hasta hacerlas llorar que parece que es el objetivo del programa.
La Dominatrix y los Gays torturadores
En el capítulo de ayer las vimos
Vespinoza dispuesto a encabezar un movimiento de solidaridad con las supermodelos.
UPDATE: La señora de Cantropus me comentó este fin de semana algo en lo que yo no había caído MUCHAS CONCURSANTES SON MENORES.
En el capítulo de ayer las vimos
- Llorar
- Posar en bikini a -2ºC, hasta tener síntomas de congelación
- Llorar
- Posar en el filo de un tejado a unos 5m de altura
- Llorar
- Posar delante de una vaquilla (sin barreras de por medio)
- Llorar
- Decir que las que tienen más de una talla 38 nunca serán supermodelos
- Llorar
- Recibir broncas de todo tipo por los motivos más absurdos
- Llorar
Vespinoza dispuesto a encabezar un movimiento de solidaridad con las supermodelos.
UPDATE: La señora de Cantropus me comentó este fin de semana algo en lo que yo no había caído MUCHAS CONCURSANTES SON MENORES.
9 comentarios:
> ¿Que pasa que como están buenas se merecen lo que les hacen?
Supongo que es en parte porque al ser gilipollas y tener un trabajo que consiste en humillar a su propio sexo (no solo eso, pero en buena parte sí) se merecen lo que les pase.
Por cierto, me parece un desperdicio de dominatrix usarla con las palurdas anoréxicas estas, que me la transfieran a mí que le daré mejor uso.
Pues a mi los anuncios del guan-chiki-guan-guan de Axe me hacen gracia. Y otra cosa, si los modelos fueran masculinos también me reiría de ellos.
Coincido con ud Srta Becaria. Y ahora vamos a hacer un poco de demagogia (no se enfade ud sr Lanarch, que voy tergiversar sus palabras)
Quizas las feministas piensen como ud, y crean que algunas mujeres se merecen lo que les pasa. El problema es ¿Quien decide que mujeres se merecen lo que les pasa?.
> El problema es ¿Quien decide que mujeres se merecen lo que les pasa?.
Ellas. Entraron porque quisieron y se pueden ir cuando les dé la gana. Y si tanto les gusta ese curro, pues que se declaren en huelga y que digan que ese programa lo va a grabar su puta madre.
Y cuando traigan a las esquiroles reservas, que monten piquetes sexies. A lo mejor subía la audiencia XD
Si hay que repartir azotitos entre las modelos cuento con ud Mr Lanarch
Lo mejor de todos los programas de Supermodelo, fue esta chica de uno de los castings, que le pego un rapapolvo a los del soberbio
jurado.
http://www.youtube.com/watch?v=FELcKYgZNsQ
Ole sus narices!!
io lo vi un avez y casi vomito...menkanta el apodo de la dominatrix...panda de subnormales, y mas subnormales las madres desas kriaturas... en ke mundos viven...? hijas de puta...
Facil. Es un programa de CUATRO y ya se sabe que estos tienen bula para saltarse todo a la torera que sino el hermano de papel publica un par de editoriales y se ponen a temblar el gobierno o se queda sin subvención el grupo (enfermeras, hetairas varias) que levante la voz
Muy estimado Padre Román,
Como mujer que soy le agradezco el vivo interés que manifiesta usted en torno a nuestra seguridad. Quisiera compartir con usted mi experiencia, pues hice mía la recomendación que usted señala. Tengo que decirlo: me llevé una sorpresa. Salir en ese tiempo a la escuela era todo un desafío, pues no había día en que no recibiera tres o cuatro agresiones a mi intimidad. Cada vez ponía más atención al cuidado sobre mi ropa, sobre mi actitud. Y sí, entre más me tapaba, más agresiones recibía. Me puse furiosa me preguntaba por qué me agredían si yo vestía de modo prudente. Era muy pequeña, tal vez catorce años.
Poco a poco fui perdiendo la confianza. Al final sólo quedaba no salir de casa. Pero todos los seres humanos tenemos derecho a vivir, a trabajar, a cumplir con nuestras responsabilidades, a divertirnos. Y yo no podía encerrarme a dejar pasar mi vida. Así que me fui acostumbrando. ¿Qué más podía hacer? A mis amigas, colegas, compañeras, les sucedía lo mismo. Todas nosotras buscábamos el respeto que nos merecemos.
Tiene usted razón. El ser humano es sagrado. Hablar de “cuerpo” como algo ajeno a la forma sustancial que nos da el ser, resulta ocioso. El ser humano puede comprenderse como un compuesto en el que la distinción hilemórfica no es de re, sino que pertenece al ámbito del análisis metafísico. Por lo mismo concuerdo con usted: el ser humano es un todo y como tal tenemos que cuidarlo, respetarlo. Para ello contamos con la entelequia primera como agente de nuestras facultades vitales y sus operaciones, entre ellas el intelecto como la excelencia que distingue a los hombres y mujeres por igual del resto de los seres compuestos.
Por otro lado también tiene usted razón cuando recuerda el relato de creación. Es cierto, la fuente P del Pentateuco contiene una narración del Génesis que tiene origen en la tradición Sacerdotal escrita hacia el tiempo del exilio en Babilonia. Distinto es el relato del Código Yahvista que narra la creación de la mujer a partir de la costilla de Adán. Sé que no hace falta recordarle las sutilezas de interpretación que exige la TaNaK , que ella misma forma parte de nuestro Antiguo Testamento, pues la lectura intertextual permite una mejor comprensión de las antropologías y teologías contenidas en sus cuatro tradiciones: Elohista, Deuteronómica, Sacerdotal y Yahvista. Todo esto para recordar que el Código Sacerdotal señala la creación del hombre y la mujer a imagen y semejanza de Dios. Resulta complejo comprender el origen de la mujer, pues hay dos relatos de creación en nuestro Antiguo Testamento. Y sin embargo ninguno de los dos relatos sugiere que las mujeres debamos vestir con recato. Si mal no recuerdo el relato Yahvista señala la desnudez mutua pues ésta estaba afianzada en un contexto de mutuo respeto, que después se perdió y se requirió entonces ocultar esa ahora vergonzosa desnudez. Este Código o fuente J indica que la mujer fue creada a partir de la costilla de Adán, pero el texto nunca dice que él tuviera derecho a quebrantar la integridad de Eva, para después regodearse en llamarla prostituta. Y entonces me acuerdo de mujeres ejemplares como Débora, Judith, Ruth. Ninguna se quedó callada. Ninguna dijo -está bien, písame pues no soy un ser humano- Más bien reconocieron la injusticia de un estado de cosas indigno, que como tal, es contrario al proyecto de creación y por tanto constituye infidelidad. Ellas rompieron el silencio y fueron agentes activos de liberación.
Y yo, bastante más pequeña, decidí seguir el ejemplo de estas mujeres: dejé de asumir que yo soy responsable de las acciones de los demás; pues ¿ a caso si yo le faltara a usted al respeto, sería culpa suya? O más bien sería yo, que estoy corta de discernimiento y estoy en ayunas respecto de mi capacidad de ejercicio ético, igual que cualquier hombre que acosa sexualmente ( verbal, física o visualmente) y el pobre no sabe que está cometiendo un delito.
Estimado Padre Román: el silencio y el sometimiento no son solución. Solución es que entendamos, hombres y mujeres, que somos seres humanos en relación, en co-existencia. Que el respeto es un deber mutuo. Usted tiene razón: por una parte nosotras tenemos la responsabilidad de hacernos respetar, de poner límites. Pero ¿ a caso eso se logra desde el silencio y el sometimiento?
Por otra parte falta usted a la realidad pues ¿ a caso no estaría usted de acuerdo en que hay que educar a los varones y a las mujeres para que seamos capaces de comprender que la agresión está en el agresor y es, por tanto, su responsabilidad? Que al faltar al respeto a los demás también se falta al respeto a sí mismo.
¿ No estaría usted de acuerdo en mejor promover una mayor educación a los varones que insisten en comportarse como “lagartijas bajo la lluvia” como señala usted, para que también puedan ejercer la dignidad que les ha sido conferida al constituir la mitad de la imagen de Dios?
Le aseguro , estimado Padre Román, que , como mujer, ejerciendo como persona capaz de ser interlocutora y capaz de establecer límites, da igual si llevo minifalda o pantalón porque el respeto se hace presente en quien me mira a los ojos , pues recibe la certeza de que soy capaz de levantar mi voz desde una postura de noviolencia. Además de la capacidad de vivir en equidad, tengo detrás de mi el esfuerzo de muchas mujeres mexicanas y extranjeras que han promovido la equidad, el respeto hacia nosotras y el ejercicio de nuestros derechos. Tengo también el respaldo de los muchos varones que han conseguido trascender las posturas misóginas y machistas que empapan nuestra sociedad mexicana y sus instituciones, y que se muestran dispuestos al desafío de ser interlocutores para nosotras en respeto y equidad. También me respaldan las leyes locales, federales e internacionales como la convención Belém do Pará contra todas las formas de discriminación y violencia hacia las mujeres. Estoy segura que usted ha encontrado en ella material interesante y urgente de reflexión, pero le ha olvidado.
Así, pues, estimado padre Román no sea usted, con su interés por nuestra seguridad, un involuntario promotor de la violencia. No sugiera usted que nos quedemos en silencio, arrinconadas. Súmese mejor a nuestra justa demanda de equidad. Colabore con nosotras y con los hombres que nos acompañan, para romper el esquema del sometimiento que denigra por igual a hombres y mujeres. Pues este sometimiento no es sino signo de la cobardía propia, de quien no se atreve a mirar en equidad por temor a descubrirse frágil y vulnerable como es todo ser humano; es propia de quien no se atreve a arriesgarse en el encuentro vital, fundamental con el otro. No promueva usted la cobardía del que se esconde tras un uso o costumbre, la del que no se atreve a romper un estado de cosas que cree que le beneficia, pero sin la claridad de que a la larga perdemos todos.
Recomiende usted mejor, como líder que es, por una parte a los varones dejar de ser “lagartijas” y convertirse en personas con el ejercicio de su dignidad en equidad y respeto hacia todo ser humano y por otra recomiende, sobre todo, colaborar con nosotras para ayudarnos a romper con la violencia y su principal aliado que es el silencio, no la minifalda.
Respetuosamente
Mónica R. Saloma
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