lunes, febrero 27, 2006

A palabras sucias, oídos necios

Las palabras se ensucian al usarlas como se ensucian los calcetines o las herramientas de labranza. Quizás la palabra ensuciar suena un poco fuerte y debamos buscar un eufemismo políticamente correcto. Podemos hablar de "contaminación contextual" en vez de hablar de suciedad. Sales a la pocilga a trabajar con los cerdos y las botas se te contaminan de contexto. Algo incómodo y maloliente el contexto. Tienes que tener cuidado con las contaminaciones contextuales pues extrapolando a partir de ellas se puede averiguar donde has estado. Si hay briznas de paja en tu jersey es que te has estado revolcando en el pajar. La contaminación contextual te señala como claro -- pero no único -- culpable. Recuerden el vestido de Mónica Lewinski manchado de ADN presidencial.

Como les estaba contando, antes de empezar a divagar, las palabras se manchan con el uso y el abuso. Dos ejemplos de libro son progresista y liberal. Estas palabras antaño inocentes están ahora emponzoñadas de connotaciones arteras, atufan a partidismo y deben ser manipuladas con la misma precaución que un pollo muerto en circunstancias sospechosas.

Progresista es, según nuestro amado-odiado diccionario de la RAE, el partido liberal que hubo en España hace mucho tiempo o todo el que perteneciera a dicho partido. También se cita como progresista a aquel que tiene ideas avanzadas. La palabra progresista se ha usado también en historia para definir aquellos movimientos que quieren o han querido cambiar radicalmente el orden establecido. En esta última acepción se engloban movimientos tan dispares como la revolución francesa o el fascismo. Así pues, esta palabra se extiende a lo largo de todo el espectro político y como tal ha sido utilizada. Todo el mundo es progresista hoy en día. Todo el mundo menos yo y a veces pienso que lo hago más por dar la nota que por auténtica convicción. La palabra progresista se usa tanto y en contextos tán sórdidos que me resulta difícil emplearla y no tener que ducharme después.

¿Y que pasa con liberal? puesto que aparece en la propia definición de progresista deben ser cosas muy parecidas. Pues nones. Hoy son liberales los que ayer eran nacional-católicos. Los liberales que tenemos hoy día en España son tan distintos y tan poco recomendables que si pillaran a uno de aquellos liberales del siglo XVIII le darían de mamporros hasta en el DNI. Los liberales de hoy defienden sus propias libertades y su derecho a extenderlas hasta que pasen por encima de las nuestras. Los que hoy dicen ser liberales se dedican a emular al entorno de ETA o a marchar codo con codo con el clero más reaccionario.

Eran dos palabras bonitas y entre unos y otros las han dejado hechas una mierda. Pero aunque sucias, siguen siendo palabras mágicas. Si alguna vez estás en un apuro, si alguna vez te quedas sin argumentos... da tres taconazos en el suelo y grita una de estas dos palabras. Inmediatamente saldrán miles de gilipollas dispuestos a ayudarte. Ya no estamos en Kansas, Totó. Ahora estamos en Crispania.

Demóstoles

3 comentarios:

Locke dijo...

Gracia, muy bien, estarás contento; me has pisado un post sobre la manipulación de las palabras. Sobre cómo es posible que "progresista" acabara convirtiéndose en un insulto como "progre". Lo mismo que psasa con liberal (yo me considero liberal, pero no "liberal", :-). Además, las denominaciones cambian con el tiempo de forma análoga a las palabras que invierten su significado (álgido, enervar...). De esa forma los republicanos estadounidenses antes eran demócratas y los demócratas republicanos (y un republicano español tiene poco que ver con un republicano estadounidense)

Anónimo dijo...

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Achiperre dijo...

M A R A V I L L O S O!