Banderas

Es bueno querer a la madre de uno, y supongo que también
es bueno querer a la patria, pero sin pasarse. Porque cuando uno se pasa, lo menos que le puede pasar es pasar por tonto.

Y esto es lo que me ronda por la cabeza cuando contemplo esta gigantesca bandera que tenemos en Las Palmas. Habrá quién se pique con el pleito insular y diga: "Pues yo prefiero ser de Las Palmas y tener esa bandera, que ser de Tenerife y tener a un alcalde a punto de ir a la carcel". Que digan lo que quieran pero yo soy santacrucero de siempre y estoy deseando ver a mi alcalde en la carcel...

Pero volvamos a las banderas, que no digo yo que sean malas, pero hay tenerles respeto y manejarlas con precaución porque se engolosina uno con estandartes y oropeles, y en seguida le entra el gusanillo de invadir Polonia, como le pasó a Hitler. ¿Tuvo éxito Hitler con un ejercito lleno de alemanes y estando Polonia a la vuelta de la esquina? No. Pues imagínense al señor Soria lanzando una ofensiva guanche en centroeuropa. Que yo fui una vez por allí y son muchas horas de avión. Y me quitaron hasta el cortauñas. Imagínense ahora, que con las nuevas normas de seguridad en los aviones te hacen facturar hasta el zurron del gofio. Me imagino a nuestros valientes muchachos reclamando en equipajes perdidos: "¿Como que no me preocupe señorita? que tengo que invadir antes de que llegue el invierno y mi fusil está en un sitio llamado Londonjizrou. Que no, que una indemnización no me vale para invadir nada..." Y luego está la maledicencia de la población civil: "Es que ya nos invade cualquiera", "De todos los invasores que hemos tenido estos son los mas bajitos" "y mira tu que uñas llevan ¿Que mas les dará cortárselas un poco?".

Porque cuando se invade un país hay que hacerlo bién, que luego se pierde la reputación, la vergüenza, el senado y quién sabe si hasta la camisa.


Geopolíticamente vuestro,
Demóstoles.