miércoles, octubre 10, 2007

Oktoberfest: la crónica (I)

Pues si, queridos lectores. En un intento de integrarme en mi nuevo hogar de Bavaristán he decidido hacer lo que ellos e ir a la oktoberfest. Da la impresión de que la Oktoberfest es una mezcla entre baile de magos y carnavales y una de las tradiciones es tener una cita en el citado evento. Así que, ni corto ni perezoso, invité a salir a una corista (bueno, canta en un coro) y me dispues a asistir con ella al magno acontecimiento.

Ya a medio camino me empiezo a imbuir en el espíritu. Por medio de la calle, espantando a coches peatones y ciclistas, van apareciendo carros de caballos que llevan las ediciones especiales de cada cerveza.



No tengo muy claro como llegar al Wiessen, la explanada donde se celebra la fiesta, pero basta con seguir a los coches de caballos y a los nibelungos vestidos de romero para acabar encontrando el punto exacto.

La fiesta tiene dos mitades. En una hay pabellones con cerveza y en la otra atracciones de feria, golosinas y cosas para niños. Evidentemente entro en la segunda pero evito pedirle a mi cita que me compre un algodón de azúcar gigante. Tiene una pinta estupenda el algodón de azúcar gigante pero, aunque se me van los ojos, trato de ocultar a mi acompañante los aspectos mas oscuros de mi personalidad...

Con la excusa de ver el Wiessen desde arriba subimos a la noria y la corista me va contando detalles del tema este de la Oktoberfest. Se construye de cero cada año y se desmonta íntegramente a mediados de octubre dejando una explanada vacía, hasta las farolas son de quita y pon. Yo doy fé de que en fin de año pasé por aquí y no vi nada de esto, pero la verdad es que los edificios parecen bastante sólidos.

Esta casetita amarilla tiene varios pisos y capacidad para miles de personas (se les oye cantar desde la noria) pero es de quita y pon:


Y aquí tienen un pedacito de feria:




Continuará...

Demóstoles