El Capitán Pío Pío

Es el SXXII y el archipiélago canario es la gran potencia mundial gracias a las propiedades del gofio transgénico. La hegemonía canaria se impone sobre el mundo con mano de hierro, y hordas de empobrecidos nórdicos acuden a las islas para malvivir en guetos mientras en Ulan Bator celebran concursos de rondallas por carnavales. Los godos han sido recluidos en campos de concentración, lo que genera problemas ya que entonces no queda nadie a quién echarle la culpa. Los constructores se suicidan porque ya no quedan espacios recalificables. El emperador de Gran Canaria confía en Telemomia para dar una información *veraz*, *sin prejuicios* y *objetiva* mientras en privado crea horribles engendros como el Burocratón (un robot gigante y destructor que se comporta como un funcionario) o los terribles zombies cabeza de ceniceros (resultados del ejemplar sistema educativo canario). Ah, y la siniestra policía antipleito insular hace desaparecer a todo el que critique a la otra isla.

En medio de este caos se haya el Capitán Pío Pío, que se enfrentará a amenazas como el Godo-zilla, a DJ León (reconvertido luego en aliado), la panzaburro (la del SXII es de ladrillo, oiga), a las intrigas del emperador de Gran Canaria (cuya popularidad aumenta cuando es malvado), a la administración pública y a un viejo nazi finés vestido de rojo que afirma que pertenece a una raza superior.

Ahora en serio:
Si bien el dibujo no me emociona, la verdad es que la inventiva de esta pequeña joya de la mala leche es cojonuda. Sátira social sobre nuestras miserias cotidianas y nuestros engaños provinciales, sobre nuestros malhayados prohombres y sobre toda esa generación de jóvenes guanchatas que se siente confusa y airada cuando escucha palabras polisílabas.

La frase:
"Digámoslo de una vez: John Carpenter no era canario"


Locke recomienda encarecidamente la lectura de Capitán Pío Pío. Aunque sea de un canarión y yo mismo un mestizo de godo.