Pues nada, reflexionando el otro día sobre la Falacia Etimológica y su aplicación al caso de las bodas entre homosexuales ("No se puede llamar a eso matrimonio porque matrimonio viene de madre") y tonterías por el estilo (si por eso fuera si madre se habría quedado sin patrimonio) llegué a la conclusión de que lo ideal sería acuñar una palabra que definiera la unión familiar ante el Estado de dos personas cualesquiera (adultas, conscientes, etc.) que no recurriera a una plantilla de roles predefinidos.
Por eso es que en alarde de ingenio les presento al neologismo que salvará el asunto de las garras de los reaccionarios aferrados a las raíces de las palabras cual lombrices: conyugación.
Es elegante, breve, proviene de un sustantivo que no tiene marcador de género (cónyuge), se puede convertir en verbo (primer persona del presente de indicativo del verbo conyugar: yo conyugo...), posee un adjetivo de raíz similar (conyugal) y además es barata, y su morfología es conocida de antemano por lo que no resulta extraña a la lengua y es de pronunciación fácil. En resumen: es ideal.
Y lo mejor de todo. No viene en el DRAE.
Locke
PD: Primero lo intenté con "consorte", pero sólo me salía "consortear", y me sonaba a bingo.
2 comentarios:
Very cool design! Useful information. Go on! » » »
Muy buen blog y todo eso, pero de dónde tomas esa idea de "falacia etimológica", en verdad está muy interesante, pues incluso algunos filósofos de renombre caen en ella como suponiendo que lenguaje está hechod e una suerte de estratificación histórica que se acumula y sedimenta en la palabra! Ja! Cuando la palabra sólo se define por su uso en un ámbito del mundo. Wittgenstein se los culea a todos. Necesitaría una referencia bibliográfica, por favor. Gracias y keep the good work!
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