La segunda entrega

Por fin la esperada segunda entrega de la biografía de la becaria Noelia de Profundis. Por otra parte nuestra becaria Noelia en un entrañable gesto ha comenzado a quejarse de que la explotamos, lo que nos ha llenado de honda satisfacción. Amiga Noelia si tenemos becaria es precisamente para eso.

MI EXPERIENCIA RELIGIOSA: Parte II-Adolescencia y virginidades

Finalizados definitivamente los juegos eclesiásticos de invierno, llegó el verano con los ardores pubertosos y otros picores… Dejamos de ir a las novenas por la virgen para empezar a asistir a la otra parroquia del pueblo: “el pub”. Pero aunque cada vez se me hacían cada vez más pesadas y aburridas, yo seguía asistiendo a las misas dominicales y demás fiestas de guardar.

Ese año me habían operado de una pierna y me tiré un año entero con muletas. Mis padres creyeron que lo mejor sería meterme en un internado para evitar los desplazamientos diarios al instituto del pueblo de al lado. Así que me mandaron a hacer el BUP a un colegio de monjas en Valladolid. Evidentemente eligieron uno religioso porque eran los más baratos, ya que los no religiosos eran pijosos y muy caros. Sólo iba al pueblo un fin de semana al mes. La casa era la típica casa de pueblo grande, con “sobrao”, que era la parte más alta de la casa, inmediatamente debajo del tejado, que suele destinarse a guardar objetos inútiles y para tender la ropa. A mí siempre me había dado miedo subir al sobrao de noche, porque era muy grande y sólo tenía una triste bombilla de 40w en el medio, que sólo iluminaba el centro. Siempre mandaba la ropa sucia con el conductor del coche de línea (el guagüero) y un viernes de los de retorno al pueblo, tuve que subir a recoger la ropa después de cenar. Encendí la luz desde la puerta y ahí estaba ella, resplandeciente y mirándome.

Yo empecé a temblar, porque después de una infancia rezando las novenas de mayo, oyendo como el 13 de mayo se les apareció la virgen a 3 pastorcitos en el campo…Yo siempre he estado deseando ver ovnis. Por las noches de verano me iba a las afueras del pueblo y miraba al cielo y a las estrellas, a ver si veía algo fuera de lo normal. Pero las historias de vírgenes aparecidas me aterraban. Así que ahí estaba yo, a punto de llorar, muda del susto a punto de clavar las rodillas en el suelo cuando oí a mi madre chillando desde la cocina: “Niiiiña, ¡ten cuidado con la imagen, no la vayas a tirar….!”

Mi madre se había ofrecido a limpiar y arreglar la imagen de Santa Águeda (a la que le cortaron los pechos) y decidió instalar su taller de restauración en el sobrao, justo debajo de la bombilla de 40 w.

Lo peor fue que llegó un cura nuevo al pueblo y empezó a pedir dinero a los fieles y parroquianos casa por casa. El objetivo era hacer obras en la iglesia, arreglar la calefacción, conseguir campanas..etc. Mi padre se negó a soltar un duro, así que mi madre terminó ofreciéndose a restaurar toda la santa imaginería de la iglesia que acabó metida en el único cuarto de la casa que tenía poco uso, mi dormitorio…

Noches enteras rodeada de mártires con los ojos sacados, empalados, llorando y sufriendo…Pero yo seguía creyendo

Vespinoza dando paso a Noelia de Profundis