Ciencia tercermundista: El paper catastrófico

Recordarán vds. queridos lectores, el cine de catástrofes de los años setenta. Eran esas películas con miles de caras conocidas, que recuperaban viejas glorias y tardaban dos horas en contar una historia sonrojantemente sencilla. Tenían guiones como: un avión se cae y todos sufren mucho, un terremoto asola San Francisco y todos sufren mucho, un edificio de arde y todos sufren mucho... en fin, ya saben. Pues hoy me han hecho ver que el género no está muerto.

Aquellos que tengan la desgracia de trabajar en un laboratorio de investigación senegalés o canario, sobre todo estos últimos, reviven cada verano aquellos años dorados del cine de catástrofes. Todo empieza un día cualquiera. Llega uno al laboratorio y ordena sus resultados para presentar una pequeña comunicación al cuarto congreso regional de genética recreativa. El congreso tiene tanto prestigio científico como Ana Obregón, pero uno prepara su comunicación porque la universidad se va a estirar y correr con los gastos. No todos los días le pagan a uno la estancia en un hotel con piscina. Total que el becario, ilusionado porque va a pasar dos días comiendo caliente, rasca su cuaderno de laboratorio sacando unos pocos datos por aquí y haciendo unas grafiquillas simpaticorras por allá para poder llenar un poster. En el mismo momento en que el poster está listo, ni un minuto antes, pasa el catedrático por allí.
- Buenos días Povedilla, ¿Como esta vd.?
- Muy bién Doctor Lupiañez. estoy preparando una comunicación...
- Ah! Así me gusta, iniciativa y espíritu científico. ¿Y que vamos a presentar?
- Bueno... he preparado algunos datos sobre estruglupación de cultivos celulares en condiciones de estrés orgónico.
- Ah! muy bien. Habrá usado las lineas HeLa del departamento de dermatología cuántica.
- Pues sí, las recogí de la basura porque ellos las habían tirado después de una noche de juerga...
- Entonces tendremos que poner en el paper al director del departamento. ¿Ha hecho el poster en ese ordenador?
- Pues claro, es el único.
- Pues si ha usado el ordenador del Dr. Ruperez, que lo compró con un proyecto FIS, tendremos que ponerlo de coautor a él también. De momento estamos YO, mi hijo, los dos catedráticos de dermatología cuántica. Ruperez y su mujer, que siempre firman juntos y... ¿Me falta alguien?
- ¿Yo quizás?
- Bueno, claro. Nadie va a escatimarle su puesto de quinto firmante. La duda Ofende. En este laboratorio incentivamos a la gente joven para que se involucre en el fascinante mundo de la investigación.

Y así se llega a la esencia del género de catástrofes. Un poster firmado por qunice personas, seis de ellas viejas glorias alcoholizadas, para presentar unos resultados que podría sacar un chimpancé con una pipeta en una tarde poco productiva....

Ah, si. Y todos sufren mucho.


Piter Cantropus y Demóstoles