Demóstenes.

Estoy seguro de que ninguno de mis queridos lectores se ha preguntado por qué escogí un pseudónimo que homenajea al filósofo Demóstenes (además de la coña de Ender). Por eso y en respuesta a la avalancha de mails que no he recibido sobre la cuestión, paso a contároslo.

Demóstenes era un conservador. No es que fuera un beato, un nostálgico de la autoridad de antaño o alguien que se quejara a menudo de que una cosa es la libertad y otra el libertinaje. Demóstenes fue un conservador en el ocaso de la democracia ateniense. Alguien que se aferraba a los viejos valores en medio del auge de las monarquías absolutas y cuyo apego por la democracia le llevó a un final horrible.

Algunas de estas cosas hacen que el patetismo de Demóstenes inspire un sentimiento de identificación en muchos de nosotros. Aquellos que estamos satisfechos con los logros de los últimos trescientos años, que nos sentimos cómodos en un estado que deriva de la ilustración y celebramos el triunfo de la racionalidad sobre el oscurantismo. Un estado con una serie de valores que injustificadamente se suelen llamar occidentales. La Europa actual defiende los valores del laicismo y la racionalidad después de haber peleado por ellos contra el tradicional marco católico. Como herederos de la ilustración y el humanismo deberíamos trascender los localismos étnicos y religiosos para alcanzar un estado basado en principios que puedan ser compartidos por toda la humanidad. Es improbable que lo consigamos pero ¡Que gesto el de intentarlo!

Los que queremos seguir el camino que empezó en el s. XVIII podemos ser de izquierdas o de derechas.Y entre ellos estamos los que creemos que Marx, siendo más interesante que Santo Tomás de Aquino, está igualmente superado. Los que valoramos el esfuerzo personal como forma de promoción social, el equilibrio entre interéses públicos y privados. Los que buscamos la forma de que la globalización nos beneficie a todos y no nos tragamos el relativismo cultural del todo vale. Los que respetamos a los homosexuales y celebramos su derecho a casarse, formar una familia y llamar a lo suyo matrimonio. Los que odiamos por igual el Nazi-onanismo catalán, alemán y español. Los que creemos que algunos de los mejores políticos del país (Gallardón, Piqué, Rajoy...) están echándose a perder en un partido(¿Jauría?) cuyo mayor éxito en dos años ha sido conseguir el apoyo de Tejero, Harry Potter, Pixie y Dixie para respaldar un referendum estúpido y populista. Los que respondemos a esta descripción Somos de derechas. Lo somos porque nos repugna la pasividad de los jipis, la hipocresía de los progres, la conciencia de clase, la holgazanería de los sindicalistas y, en mi caso personal, la dialéctica hegeliana. Lo somos porque no nos vestimos con carísimos atuendos de lana virgen y tintes naturales, porque no comemos soja germinada y el ecofeminismo nos parece una gilipollez. Lo somos, sobre todo, porque nos da la gana serlo.

Somos una derecha moderada y laica formada por ateos, agnósticos y creyentes. Sospecho que somos muchos y si no se nos oye es porque no tenemos ningún partido que nos represente. Me gusta Demóstenes, el conservador, y es probable que en las próximas elcciones vuelva a votar a los socialistas. Son el partido más próximo a mis ideas de centro derecha. Pero puestos a soñar, me gustaría que el PP culmine el viaje al centro del que tanto habló pero nunca hizo. Me gustaría tener a Gallardón de presidente del gobierno y a Rajoy de vicepresidente.