Lo peor de todo es que lo último en patrañas curativas no ha salido en la teletienda, o en un panfleto de esos que cuelgan en los parabrisas de los coches, me lo he encontrado delante de mis mismas narices, en el departamento donde hago el doctorado. Ya decía yo que olía raro.
Hace mas de un año que el profesor Enrique Meléndez Hevia, el catedrático con más antiguedad del departamento donde trabajo, salió en todos los periódicos anunciando el gran descubrimiento que sic. "La humanidad lleva 3.500 años esperando", la cura a las enfermedades degenerativas. Si esto hubiera salido de la tienda de la negra Tomasa o el gabinete holístico del Dr Mamandú, habría dicho "¡Que gilipollez!", habría pasado la página y me habría quedado tan fresco. Pero lo decía mi antiguo profesor de bioquímica, desde mi centro de trabajo, así que dudé. Si amiguetes, el argumento de autoridad es poderoso. Con el tiempo, he seguido de cerca el caso. En parte por mi militancia eséptica y en parte por interés personal. Cuando obtenga mi título por la universidad de La Laguna, los colegas me preguntarán con una sonrisa irónica ¿La del insigne investigador que lo cura todo? Si, justo esa.
Pero soy una persona positiva y cargada de buen rollito que siempre ve la cara amable de la vida. Así, cuando me preguntan en un congreso, no me avergüenzo por trabajar donde trabajo (de hecho estoy orgulloso de la integridad de que han hecho gala casi todos los profesores del departamento) sino que me siento en el bar del hotel y cuento entre carcajadas las últimas noticias mientras me dejo invitar a cervezas. ¿Que puede haber riesgos para la salud? No para la mía, solo para la de aquellos que van a Meléndez por su propia voluntad . Yo ya he tranquilizado mi conciencia advirtiendo a quién me quiera escuchar. Cierto, no es prudente alzar la voz contra un catedrático. Especialmente si quién lo hace es un pobre estudiante. Y todavía menos si tenemos en cuenta que está defendido por el antiguo fiscal general del estado. Pero es que yo nunca he sido muy listo. Tengo a mí favor que, no siendo una persona importante, se me aplica esa cita de Shakespeare en "El Rey Lear":
Es privilegio de Bufones decir cuanto los reyes callan
Así que, tranquila mi conciencia y harto de meterme en berenjenales, voy a seguir hasta el final con el papel que me ha tocado en suerte. Me voy a sentar en la última fila a disfrutar del espectáculo. Ya les iré contando.
4 comentarios:
En tu comentario leo no sin cierta preocupación
"Especialmente si quién lo hace es un pobre estudiante"
TIO QUE YA HAS ACABADO LA CARRERA, TODO ESO YA PASO, DEBES SUPERARLO..
Solo faltan algunos comentarios sobre charlis o no sentir las piernas pero he decidido no encarnizarme...
Los doctorandos también somos estudiantes. Aunque tengamos achaques, tos crónica y luenga barba aún tenemos ese status. ¡Hasta tengo un carnet de estudiante con el que me hacen descuento en el cine!
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