Son las siete de la mañana en una oficina cualquiera. Uno de los ordenadores, al encender, da un mensaje incomprensible: "jh j|€@€#~€@¬@hs kernel 32 dahfdjshfals. Windows". El jefe va a llegar en menos de media hora y cuando vea que el ordenador caro ha cascado van a rodar cabezas. Los empleados se miran entre ellos con desconfianza (la solidaridad obrera cayó con el muro) hay que buscar un culpable como sea. En seguida salta Povedilla, trepa vil y rastrero donde los haya: "Pues la última en usar el ordenador fue Cañizares". Lo que povedilla acaba de hacer, además de cubrirse el culo, se conoce como falacia post hoc ergo propter hoc y consiste en asumir que si una cosa pasa después de otra, es que hay una relación de causalidad entre ellas.
El ejemplo más espectacular que he visto de esta falacia (además del párrafo anterior, que está basado en hchos reales) es el de una madre cuyo hijo tenía crisis epilépticas. Recurrió durante dos años a la medicina convencional y casi lo matan, creo que tuvo una reacción adversa a un medicamento. Pero de pronto descubrió a un médico homeópata que puso a su hijo en tratamiento y después de un tiempo, el niño se curó. El valiente testimonio de esta madre resulta conmovedor, o lo resultaría si no fuera porque hay una clase específica de epilepsia que se da durante la infancia temprana y luego desaparece. ¿No es mucha casualidad que coincidan los plazos? Si, pero de cada cien casos de este tipo hay uno que coincide. Los demás pasan desapercibidos. Pero esa es otra falacia que habrá de ser contada en otra ocasión...
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