Uno de los recuerdos más gratos de mi niñez es el de los cortes de luz. Los apagones eran una parte de nuestra rutina familiar como podía serlo cenar o ir al cine. Mi madre encendía velas que repartía por toda el salón y dejaba una palmatoria sobre la mesa de camilla por si alguien tenía que ir a algún otro lugar de la casa. Mi Padre hacía siempre las mismas bromas sobre la electricidad y yo me encargaba de llamar a UNELCO para preguntar si la cosa iba para rato. Con apenas cuatro años, hacer esa llamada era toda una aventura, una oportunidad de ser el hombre de la casa, mi momento de gloria ... y me encantaba. La falta de luz impedía ver la televisión, pero hacíamos de la necesidad virtud y al final todo resultaba muy divertido. Pasé los primeros años de mi vida jugando con fuego y cera derretida, convencido de que la compañía eléctrica de Canarias se llamaba oficialmente "Los cabrones de la Unelco". Es que mi padre era un cachondo.
Han pasado los años y Canarias ha cambiado mucho desde aquellos maravillosos años setenta. Las bolsas de basura se guardan en contenedores, no se fuma en el ascensor, ha desaparecido la Mirinda mandarina... pero los cortes de luz permanecen. No son exactamente iguales que aquellos apagones nocturnos de una o dos horas. Pero a mí me saben igual. Ahora tenemos la variante del apagón de tres días consecutivos cuando se levanta brisa y tira las torres de alta tensión. Y es que UNELCO siempre ha sido muy sentimental, por eso no ha reemplazado las torres de nuestra niñez. Pero hay un tipo de corte que, estoy seguro, UNELCO hace solo para mí. Son esas súbitas caídas de tensión que apenas duran un segundo, lo justo para reiniciar el ordenador. Esas caídas que, una o dos veces al día, me proporcionan un paréntesis en mi trabajo y dan un componente de suspense a cada carta que escribo, a cada fichero que abro. ¿Grabo ahora o me la juego un rato más?. Durante esas plácidas pausas para la reflexión que UNELCO me concede cada día, me adormece el ronroneo del disco duro al reiniciar y evoco aquel pasado tan lejano y a la vez tan presente. Recuerdo las velas, la mesa de camilla, a mi padre y a todas esas bellísimas personas que deben ser las madres de los simpáticos muchachos de la UNELCO.
--Entra cortinilla y música de Nino Bravo--
Enel próximo episodio de Cuéntame, nuestro protagonista recuerda con añoranza una UPS que tenía y cayó víctima de un pico de tensión.
Demóstoles
2 comentarios:
Es facil tener a quien echarle la culpa.Si lo piensas los maltratadores, los terroristas...hacen lo mismo culpan a las mujeres a los inocentes q se suben a un tren para ir a trabajar.... Es sólo UNELCO (ENDESA) el culpable o responsable de esas como las llamas caidas de tensión. ACTUA pero no como un terrorista o un maltratador. Busca soluciones y si entre ellas esta reclamar a UNELCO, hazlo, que tal vez sea lo q necesite para poder solucionarte el problema.
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